jueves, 6 de agosto de 2015

DEL QUEJIO A LA QUEJA…




DEL QUEJIO A LA QUEJA…


EL QUEJIO…
Voz lastimosa, motivada por un dolor o pena que aflige y atormenta. (RAE)
gemido, lamento, lloro, queja
Debo reconocer que soy ¿quejica? ¿gemebundo, quejicoso, jeremías, plañidero, llorón? y también bastante buen escuchador o ¿cotilla?, el caso es que he observado en carne propia dos “virtudes” en las que destaco: o me estoy quejando o estoy criticando situaciones, personas y todo lo que se menea… y ya de paso, reconozco que esto perjudica seriamente mi salud, no me deja disfrutar de la vida, la que me ha tocado vivir y en este momento tampoco puedo poner el mundo a mi conveniencia, ni como decía Mafalda bajarme… ¿y que más? pues como no soy Robinson Crusoe y vivo rodeado de gente que tiene los mismos síntomas: queja, crítica.. pues como que ¡no me gusta!… vale, pues cambia, me diría mi coach, ya…
Cada día, y bien tempranito, llego al “curro”, lo primero mirar el correo electrónico, ese maravilloso invento por el cual y como si de una marioneta se tratara, se empiezan a mover los hilos en forma de mensajes, se enredan, cada uno tira de un lado, unos más fuerte que otros y el muñeco, marioneta (YO) comienza el enredo de buena mañana ¿que hago? ¿canto? ¿bailo? muchas cosas, eran para ayer… ¿y me lo dices ahora?… pues nada, solo queda “patalear”, quejarse y como he dicho antes, no eres Robinson Crusoe, se lo cuentas al vecino, al amigo, al compañero ¡fíjate que putada!, el/los … ¡pues eso no es nada!, pues a mi… y eso un día tras otro, y varias veces al día, y con “quejicosos” distintos ¡jozú que agobio! y así ¿podemos poner pasión en nuestro trabajo? ¿y así podemos ser creativos? … ¡y así este partido no lo podemos ganar! claro, sigo quejándome y me pregunto, una y mil veces, ¿como puedo arreglarlo? … coach, psicólogo, psiquiatra.. ¿me voy de vacaciones? ¿y a la vuelta? recuerdo que Viktor Frankl tenía un remedio impactante, cuando llegaba un paciente a su consulta y comenzaba a dar su listado de síntomas, le preguntaba: ¿y no ha pensado Vd. seriamente en suicidarse?, arriesgada pregunta…
“Nunca debe el hombre quejarse de los tiempos en que vive, pues no le servirá de nada. En cambio, en su poder está en mejorarlos”, Thomas Carlyle
Bueno… ¡quejarse no sirve de nada! (porque quien puede mejorar la situación no te escucha…) lo único que podemos hacer es mejorar la actitud con la que nos enfrentamos a “los tiempos”… fácil de decir, pero ¿y de hacer?
Vivir instalados en la queja resulta cómodo. En ocasiones, incluso útil. No en vano, cuando nos quejamos buscamos que otros se encarguen de solucionar nuestros problemas. Pero también nos incapacita. Nos lleva a estancarnos en el problema, en la frustración que acaba en la amargura, en situaciones de estrés en lugar de llevarnos a construir la solución necesaria, y al hablar de ¿solución? la de “pasar” del problema que no puedes solucionar y dejar de quejarte, que no vale de nada… ¿realmente soluciona el problema o lo tapa?
Pero, si seguir instalados en el QUEJIO, es hasta patológico y pasar al barrio del “PASOTISMO” es, sin duda, mucho peor por los acelerantes que conlleva, ante cualquier contratiempo, podemos optar por buscar culpables, autoflagelarnos, quemarnos a lo bonzo, y caer en la trampa de la discusión, del victimismo. Pero también podemos tomarnos el espacio necesario para transformar la queja, la crítica y el juicio en una propuesta constructiva.
Los quejumbrosos…
“Quejarse es el pasatiempo de los incapaces…”
Antonin Artaud
Tal vez no podamos cambiar nuestras circunstancias, pero sí podemos cambiar nuestra manera de interpretarlas. Para lograrlo, tenemos que romper el patrón negativo de pensamiento que nos lleva a operar desde nuestras carencias. Y el primer paso para conseguirlo es aprender a valorar todo aquello que damos por sentado, o incluso analizar de forma serena y objetiva con todos los actores todas y cada una de las circunstancias que nos han llevado al momento y estado actual, valorarnos, valorar al otro ¿empatizar? yagradecer, sino el acierto, si el esfuerzo (somos un país poco dados al “good job”)
“El secreto de la felicidad está en aprender a valorar lo que tenemos y dejar de lamentarnos por lo que perdimos”, Anónimo
Tendemos a recordar más las veces en que cae con el lado de la mantequilla hacia el suelo. Ley de Murphy Es decir, que solemos quejarnos cuando esto ocurre, pero no solemos acordarnos cada vez que cae del lado opuesto. O incluso de cuando ni siquiera se nos cae. Se está pasando a la denominada ‘ley de Wurphy’. Y ésta se basa en una simple premisa: “Aprender a vivir el misterio de la vida con asombro, dándonos cuenta de que el simple hecho de estar vivo es, en sí mismo, un regalo maravilloso”. encontramos cada día cientos de detalles cotidianos por los que sentirnos profundamente agradecidos: vivimos en una casa, agua, comida, familia, amigos, trabajo ¿hay tanta gente que no lo tiene?
No hay mejor antídoto contra la cultura de la queja que la cultura del agradecimiento.
Si pasamos del desprecio al aprecio, de disfrutar de lo que tenemos y no sufrir por lo que deseamos, a veces utópico.. poco a poco iremos dejando atrás la infelicidad…

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