domingo, 18 de noviembre de 2012

SE NECESITAN INNOVADORES, RAZÓN AQUÍ … BY ELMUNDO.ES


SE NECESITAN INNOVADORES, RAZÓN AQUÍ … BY ELMUNDO.ES

ELMUNDO.ES  15.11.2012
Actualmente, aquellos emprendedores que intentan establecer un proyecto por cuenta propia requieren, además de mucha suerte, sangre fría y talento. En otras palabras, los emprendedores han de ser innovadores.
Reconozco que me da algo de pereza hablar de innovación. Es una palabra que ha quedado un poco desgastada por el uso. Los políticos -¡pavor!-, los empresarios, incluso la gente de la calle, la utilizan con una ligereza tal que muchas veces creo que se confunden conceptos tales como “esfuerzo”, “crecimiento”, “modernización” o “creatividad” con el de “innovación”. La crisis es, entre otras, la gran culpable de la prostitución del concepto, así como el fallecimiento del gran innovador de los últimos años: Steve Jobs.
La muerte relativamente temprana de Jobs ha logrado que suba a los altares del mito a una velocidad inusitada. Su autobiografía, convenientemente publicada en tiempo y forma de ‘Best Seller’ mundial, también ha contribuido a ello. Por supuesto, Steve Jobs era un innovador. Incluso me atrevería a decir -aunque mucha gente no comparta mi opinión y la considere exagerada- que estuvo a la altura de Leonardo da Vinci, Thomas Jefferson o Henry Ford. Perfiles así solo se ven una vez en la vida, y hemos tenido la suerte de compartir su ‘timeline’ vital, presenciarlo en primera persona. Sin embargo, cuando desaparecen genios de tal calibre dejan un gran vacío que suele prostituir su trabajo.
Hoy en día mucha gente joven no se considera innovadora porque tiene como máxima expresión del concepto “innovación” los logros y la vida de Steve Jobs. Efectivamente, por muy innovador que creas ser, nunca serás Steve Jobs y no serás capaz de crear el nuevo iPad, pero innovar también es tomar algo tradicional y aplicarle unos pequeños cambios que varíen el producto y eso, si que puedes hacerlo.
Entonces, ¿cómo podemos innovar en nuestra vida cotidiana?
En primer lugar, siendo conscientes de que podemos aspirar a logros limitados, y de que, por norma general, no seremos el nuevo Da Vinci.
El mayor enemigo de la innovación somos nosotros mismos. Preferimos la rutina y seguimos el camino al que estamos acostumbrados sin hacernos demasiadas preguntas. Por ponerte un ejemplo, seguro que en alguna ocasión te has dado cuenta de que siempre vas a trabajar por el mismo trayecto. Sin embargo, un día descubres que hay un recorrido mejor, tal vez más rápido, con menos tráfico o simplemente con vistas más agradables. ¿Por qué no lo habías visto o no lo habías encontrado antes, si siempre estuvo allí? Porque no lo buscaste o no te planteaste la posibilidad de cambiar de camino. En consecuencia, no puedes hallar respuestas para las preguntas que nunca te has hecho.
Seguro que en alguna ocasión has oído hablar de que tenemos dos cerebros. El cerebro  derecho, que representa la creatividad y la emoción, y el izquierdo, más conocido como “analítico”. Muchas personas consideran que solo se puede resolver problemas con la parte izquierda del cerebro. Es la más racional y, por lo tanto, parece más adecuada para atajar problemas que requieren respuestas. Sin embargo, en los últimos años se ha descubierto que eso no es del todo cierto. La parte derecha del cerebro también puede resolver problemas, y lo hace de una manera diferente, mucho más creativa y, por lo tanto, porta ideas más innovadoras para su resolución.
Para un emprendedor que en la actualidad debe agudizar su ingenio como nunca antes lo había hecho-, desarrollar la creatividad con objeto de innovar en sus procesos, sus productos o sus servicios es la mejor manera de ganar su sitio en el mercado. En estos procesos donde aconsejo a todos los emprendedores que se acercan a mí que personalmente me gusta aplicar en mis proyectos y empresas el concepto filosófico japonés del Kaizen, que significa “mejora continua”, según el cual se aplican paulatinamente pequeños cambios en los procesos existentes para generar, finalmente, cambios incrementales.
Si quieres crear una nueva empresa no tiene mucho sentido tratar de cambiar el mundo durante la primera semana. Es preferible que te adaptes a él para aplicar poco a poco tus cambios.
Estamos en época prenavideña, o casi navideña, te reto a un juego: observa los juguetes que tienes en tu casa, seguro que hay uno al que si eres capaz de realizar 4 o 5 cambios lógicos, lograrías volverlo a poner de moda. En pocas palabras, un simple objeto que ya estaba obsoleto en nuestra generación, podría aparecer decenas de años después con renovado brío, lo que te permitiría como fabricante venderlo a un precio muy superior, ponerlo de moda y generar tu propia marca.
Este juego no te convertirá en Steve Jobs, pero podrá hacerte entender como todos podemos ser muy innovadores en la vida cotidiana y en tu organización a medio plazo.

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